Jardines en los cielos franceses

El aire de Francia en general y de París en particular cada vez es más irrespirable. La prueba es que, según un estudio de la UE, unas40.000 personas mueren al año en este país a causa de la polución y, en concreto, de las partículas en suspensión, esas sustancias que contaminan el aire de las ciudades, que proceden en gran medida de las emisiones de los automóviles y de los compuestos químicos de las fábricas y que se cuelan en los pulmones, bloqueando el paso del aire y provocando efectos dañinos en la salud. El Instituto Nacional de Sanidad y de Investigación Médica francés considera que muchas de esas defunciones se evitarían si se consiguiese que el nivel de partículas en suspensión no superase los 20 microgramos por metro cúbico. Hace unos días, alcanzó los 80 puntos.

Para tratar de meter en cintura a las partículas en suspensión y limpiar el aire, el Ayuntamiento de París ha puesto en marcha medidas como abrir gratuitamente las puertas del metro para tratar de incentivar el uso del transporte público o decretar que los vehículos sólo pueden circular un día sí y un día no, según sean pares o impares sus matrículas.

Pero el problema es tan grave que el Parlamento francés ha aprobado una ley que busca conseguir importantes mejoras medioambientales y que exige que, a partir de ahora, los tejados de los nuevos edificios que se construyan en las zonas comerciales estén cubiertos, al menos parcialmente, de plantas y árboles o, si no, de paneles solares. Francia, que en diciembre próximo acogerá una importante cumbre sobre el clima, es el primer país del mundo que adopta una legislación de este tipo, que se espera copien otros.

La idea de obligar a que las nuevas construcciones cuenten contecho verde tiene bastante sentido, en un país en donde no es fácil encontrar un parque o un jardín. Pero esta disposición se espera, sobre todo, que tenga notables efectos en el medio ambiente: la hierba, las plantas y las flores en los tejados y azoteas actúan creando una especie de capa que aísla el edificio, reduciendo de ese modo la cantidad de energía necesaria para calentarlo en invierno y refrigerarlo en verano. Los techos verdes reducen el efecto invernadero. Los estudios demuestran que las zonas urbanas alcanzan temperaturas más altas que las áreas rurales que las rodean. Y los jardines en las azoteas contribuyen a que la temperatura sea más fresca por el día y más caliente por la noche, ya que durante el día absorben más calor del que luego liberan por la noche. Además, los árboles en la azotea ayudan a la biodiversidad, según los ecologistas, al permitir a pájaros y otros animales instalar sus casas en ellos.

Retraso en energía solar

Si no cuentan con un techo verde, los edificios nuevos que se levanten en zonas comerciales tendrán que contar con paneles solares; es decir, con una fuente de energía limpia. Esta decisión busca paliar el retraso que tiene Francia en la asignatura de energía solar. Un informe de la Asociación de la Industria Fotovoltaica Europea (EPIA) destaca que, en 2013, la capacidad fotovoltaica de este país había disminuido y que las instalaciones de energía solar representaban apenas un 6% de las de toda Europa.

La aprobación de una ley que obliga a que los nuevos edificios levantados en zonas comerciales tengan jardines en sus tejados o paneles solares es sólo un ejemplo de la creciente preocupación que existe en Francia hacia los temas medioambientales. En París, por ejemplo, la alcaldesa socialista Anne Hidalgo se propone que para 2020 todos los vehículos con motor a diésel hayan desaparecido de las carreteras. Ya desde el 1 de julio pasado, los camiones y coches especialmente contaminantes tienen prohibido circular por la ciudad.

Además, desde este mes quien quiera cambiar de coche y aparcar definitivamente un vehículo con motor a diésel o sin filtro antipartículas con al menos 13 años de antigüedad para comprarse un ecológico coche eléctrico tiene derecho a una subvención de hasta 10.000 euros. Medidas como estas explican por qué Francia es la nación de Europa con el mayor número de coches eléctricos e híbridos circulando por sus calles, que ya en 2013 representaban el 3,1% de todos los vehículos privados. Sólo en ese año, 8.779 vehículos eléctricos privados fueron matriculados en el país vecino.

Publicado en El Mundo.

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