El aire que Santiago merece

La nueva norma MP2.5, aplicada a la Región Metropolitana por primera vez este año 2015, ha evidenciado el enorme desafío si nuestro objetivo es evitar los episodios críticos significativos que visualizamos este invierno. A pesar de haber reducido en 60% la contaminación en 25 años, todavía estamos lejos de cumplir esta nueva norma. Debemos reducir en 50% la contaminación para cumplir la norma anual y un 64% para cumplir la norma diaria. De esta manera podremos evitar los episodios críticos.

Para lograr esta meta, debemos reducir gran parte de las emisiones de leña (por eso hablamos de prohibir el uso de calefactores en el área urbana), transporte (introduciendo la norma Euro 6 para Transantiago y normas de emisión más exigentes para los camiones) y la industria (rebajando la norma de emisión en torno a 80% para material particulado y sumando medidas de mitigación de óxidos nitrógeno).  Es decir, se requiere de una serie de medidas estructurales y profundas que le darán el respiro que merece a la ciudad de Santiago.

El nuevo Plan de Descontaminación (PPDA) de la capital, también contempla una restricción vehicular permanente diseñada para dos objetivos: reducir emisiones en días de mala calidad de aire (ya sea en forma directa por menos vehículos o indirecta por las menores emisiones en condiciones de menor congestión) y para acelerar la reconversión de vehículos. Quienes no están de acuerdo con esta última medida, citan estudios del DICTUC basados en el año 2007, siendo que desde esa fecha el parque vehicular ha crecido más de 50% hasta 2014 y del profesor Montero, indican que sus trabajos hablan de efectos negativos de la restricción permanente en México.

Sin embargo, es importante destacar que el mismo profesor Montero realizó un estudio en 2015 donde analiza el caso de Santiago y la restricción permanente, ahí muestra claramente que no está asociada a la compra de más autos, sino más bien se transforma en un instrumento para acelerar las tasas de reconversión tecnológica v/s regiones donde no hubo tal medida.

En efecto, en los últimos 14 años el parque vehicular en regiones ha crecido a mayor tasa que en la Región Metropolitana y, además, cuenta con una participación del triple de vehículos no catalíticos que la capital.

La nueva restricción está siendo diseñada para replicar este éxito: con exenciones a los vehículos más limpios, enfocada en los más sucios y, con una duración acotada al período del invierno. Una restricción que no se enfoca sólo en catalíticos, sino que a vehículos diesel de tipo liviano, mediano y pesado, que permite reducir en forma significativamente las emisiones. Esto se ha demostrado este invierno en el que se han podido mitigar los episodios críticos, a pesar de la adversa condición de ventilación que tuvo la ciudad este primer semestre, el más seco de nuestra historia registrada. Mitigación crucial, pues en esos días está en juego la salud de las personas.

 

Marcelo Mena Carrasco Subsecretario del Medio Ambiente 

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Publicado en Columnas.