Cuando alguien habla del Parque Nacional Bosque Fray Jorge, en la Región de Coquimbo, lo primero que se viene a la mente es su frondosa vegetación de bosque valdiviano, que contrasta radicalmente con el agreste paisaje del entorno. Pero pocos reparan en que este remanente de la distribución original del bosque valdiviano también acoge una importante diversidad de aves.
En ese aspecto se enfoca un estudio internacional, publicado este mes en la revista especializada Journal of Arid Environments, liderado por el biólogo Douglas Kelt, de la Universidad California Davis, EE.UU.
El trabajo sintetiza y actualiza los distintos estudios que se han hecho en los últimos 25 años en el área tanto por Kelt como por otros investigadores de Estados Unidos y Chile, sobre la avifauna de la zona, su diversidad, las relaciones entre ellas y sus desplazamientos.
Esta área protegida aloja a 123 de las 469 especies de aves que viven en el país, es decir al 26% de ellas, lo que refleja su importancia como refugio natural.
«La mayor parte de la población es local», explica Horacio Samaniego, biólogo y director de la Escuela de Ingeniería en Conservación de Recursos Naturales de la U. Austral y uno de los coautores del estudio. «Dentro de Fray Jorge no hay un bosque único, sino parches de vegetación; varios bosques pequeños, algunos separados entre sí por unos cientos de metros y otros hasta por varios kilómetros. Las aves se las arreglan para desplazarse por ellos».
La biodiversidad que allí se encuentra replica a la que es posible hallar más al sur. Por ejemplo, en Fray Jorge es posible ver al rayadito, un ave propia del bosque valdiviano, pero que no es habitual en el bosque más seco de la zona central. En cambio, otras aves típicas de la zona sur, como el chucao, no han sido detectadas.
«Durante el año, hay una presencia de especies más o menos constante, aunque también llegan unas pocas dependiendo de la estación», señala Hernán Cofré, biólogo de la Universidad Católica e investigador en la U. Católica de Valparaíso y otro de los coautores del estudio.
Es así como algunas especies migratorias vienen del bosque tropical, como el fiofío y el picaflor gigante. Otras, en cambio, como la viudita, llegan del sur. «No sabemos bien dónde nidifica, si en Aysén o Los Lagos, pero sí que durante el invierno se desplaza para acá», cuenta Cofré.
Incluso lograron detectar lo que se llama «migraciones altitudinales», es decir entre la costa y la cordillera. Es el caso del pájaro minero grande, que en invierno baja desde la zona montañosa a Fray Jorge.
Como el trabajo se ha concentrado solo en la zona boscosa y de matorral, queda mucho por conocer, admite Cofré, como la zona costera.
Publicado en El Mercurio