El economista industrial participó de la Expo Frío Calor 2018 y de un taller organizado por la Unidad Ozono del Ministerio del Medio Ambiente, en donde señaló que el empresariado chileno debe conocer los beneficios de un sistema de refrigeración cada vez más limpio y ambientalmente sustentable, el que podría significar un ahorro energético de entre el 9 y 16 %.
Según lo comprometido en el Protocolo de Montreal, Chile, a través de la Unidad Ozono del Ministerio del Medio Ambiente, se ha propuesto a reducir el consumo e importación de los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) en un 35% hacia el año 2020. Estos gases afectan la capa de ozono y son ampliamente utilizados en la agroindustria, específicamente, en los equipos de refrigeración y climatización.
Por esta razón, el Ministerio del Medio Ambiente, junto al Centro de Extensionismo Tecnológico (CET) Agroindustrial, realizaron el Taller “La refrigeración en la agroindustria: recuperación de calor, tecnologías y eficiencia energética”, que convocó a expertos en la materia. Uno de ellos fue Manuel Albaladejo, representante de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) para Uruguay, Argentina, Chile y Paraguay, con quien conversamos sobre los avances del país hacia sistemas de refrigeración más sustentables y amigables con el medio ambiente.
A nivel de región, ¿cómo evalúa los avances del cono sur en las metas propuestas para el Protocolo de Montreal?
Son metas conseguibles y los países están cumpliendo con el calendario que el Protocolo exige. Estamos observando el gran compromiso de Chile, Argentina y Uruguay para ajustar la normativa existente para la eliminación de los HCFC. Los Ministerios de Ambiente de dichos países están implementando muy eficientemente los programas de gestión para la eliminación de gases agotadores de la capa de ozono y así poder cumplir con los objetivos propuestos.
¿Cuáles son los principales avances observados en ese sentido?
Hemos visto un mayor involucramiento del sector productivo en cuanto a la conversión de sistemas de refrigeración hacia tecnologías más limpias, lo que demuestra que la industria se ha dado cuenta que el cambio no solo responde a un tema ambiental, sino que también ofrece ventajas competitivas y en eficiencia energética, lo que se traduce en beneficios directos para las empresas.
¿Cómo ve a Chile?
El caso chileno es particular dentro de los países del cono sur porque tiene una climatología que permite una óptima transición de los sistemas de refrigeración hacia una tecnología en base a CO2 transcrítico. Esto significa que esta conversión tecnológica es totalmente aplicable y deseada por motivos ambientales y económicos. Por ejemplo, se ha comprobado que el sur de Chile tiene la misma condición climática que Noruega para usar estos gases naturales que tienen nulo impacto ambiental.
Dos supermercados chilenos han convertido sus sistemas de refrigeración a CO2 transcrítico, ¿cómo han sido evaluados estos proyectos pilotos?
Son resultados muy prometedores. En la Región del Maule hemos visto que quienes opten por cambiar sus sistemas a tecnología en base a CO2 transcrítico pueden llegar a tener mejoras en el ahorro energético entre el 9 y 16 %, indicador muy claro que refleja que a pesar de que la tecnología sigue siendo cara, los retornos de inversión son significativos de cara al futuro.
¿Cuál es el desafío del país?
Hay que concientizar a los empresarios sobre la importancia de contar con un sistema de refrigeración cada vez más limpio. El empresariado chileno debe entender que gran parte de la competitividad del sector hortofrutícola requiere sistemas de refrigeración eficientes y de impacto ambiental. Con esa conversión tecnológica el exportador chileno va a poder hacer frente a las exigencias del mercado internacional, sobre todo de aquellos destinos que quieren productos de alta calidad y están dispuestos a pagar un buen precio.
El sector de refrigeración es extremadamente importante para la exportación de productos, por lo que Chile como país exportador precisa de una refrigeración de alta calidad para ser competitivo en el sector agroindustrial a nivel mundial. Chile tiene las condiciones climáticas para hacerlo, y creo que también tiene el empuje empresarial. Es un país donde el sector privado tiene fuerte peso, por lo que tenemos que concientizar al empresariado de que esta transición tecnológica no solo tiene que ver con un discurso ambiental sino también con un discurso económico.