Censo revela que población del ave más pequeña de Chile cae en 75% los últimos 12 años

En el año 2003 se estimaba que la población del picaflor de Arica, el ave más pequeña del país con apenas ocho centímetros de largo y 3 gramos de peso, era de 1.539 ejemplares, pero las últimas observaciones realizadas en octubre del año pasado dan cuenta de un escenario más catastrófico: se avistaron solo 405 individuos, lo que deja a esta especie en la categoría de ave en peligro de extinción y en cinco años podría desaparecer, según un estudio encargado por el Ministerio de Medio Ambiente (MMA) a la Unión de Ornitólogos de Chile (Unorch)

De acuerdo al censo del  organismo, hoy queda sólo un cuarto de la población estimada hace 12 años (ver infografía).

Amenazas

Son varios los factores que explican esta disminución y todas están relacionadas con el cambio en el uso de suelo de la región. En los últimos años, los terrenos agrícolas han ido ganando terreno en desmedro de la flora tradicional de la que se alimenta el picaflor. Además, se ha aumentado el uso de pesticidas y plaguicidas que afectan al ave porque quedan en el ambiente y se fijan en las flores de las que se nutren. La quema de terrenos alrededor de los cultivos también ha crecido.

Juan Aguirre, miembro de la Unorch,  cuenta que en octubre de cada año realizan una campaña de 10 días previo al período de reproducción de esta especie para hacer sus mediciones. “Entre agosto y enero, los picaflores están en la zona baja, en los valles, el resto del tiempo no sabemos. Suponemos que se van a la cordillera, en busca de alimentos”, dice.

La llegada del hombre a su territorio también ha hecho que aumente la población de gatos y ratones que a veces depredan a estas aves. “La principal afectación es la pérdida de ambiente por el avance del hombre y no se puede evitar, pero sí se puede hacer de forma responsable respetando estas áreas en las que los picaflores habitan”, insiste Aguirre.

A juicio de Cristian Estades, ecólogo de la Facultad de Cs. Forestales y Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile y que también participó del estudio, el mayor problema es la transformación que ha tenido la vegetación natural de la zona. La canalización del río, sobre todo en el valle de Azapa, donde ha desaparecido casi por completo en algunas zonas, terminando con la vegetación. “Incluso, las plantaciones agrícolas están bajo malla por lo que a esas flores tampoco pueden acceder”, indica.

“En general, tenemos una buena idea de lo que hay que hacer. Sabemos que la restauración del hábitat del picaflor es posible porque hemos hechos pequeños experimentos en un sitio en el valle de Chaca donde hemos plantados flores nativas y los resultados son positivos. Logramos hacer que hembra nidificaran donde no lo habían hecho y nacieron nuevas aves”, dice Estades.

Plan de protección

Desde el Ministerio del Medio Ambiente se impulsa la ejecución de un proyecto GEF (Global Environment Facility) para la conservación de este tipo de zonas.

Además, se trabaja en Planes de Recuperación de Especies. Charif Tala, jefe del Departamento de Conservación de Especies del MMA, señala que una de las primeras medidas en las que ya se está trabajando es la creación de una red de microreservas que resguarden territorios en áreas protegidas tanto de LEK (terreno en los que el macho canta y se muestra para atraer a las hembras) como de los lugares en las que éstas anidan y crían solas a sus polluelos.

“El plan de recuperación se está redactando. La idea es que puedan existir varios sitios a los que llegan estas aves y que puedan contar con protección. Esta ave utiliza sitios determinados. En este punto trabajaremos con la Conaf. Se está catastrando cuáles de estos sitios son predios fiscales para hacerlos reservas. Eso es algo que deberíamos comenzar a desarrollar este año”, señala Tala a La Tercera.

Además se trabajará con el sector productivo de la región. ¿El objetivo? Que ellos también puedan proteger sitios de alimentación y reproducción. “Una de las razones de amenazas para la especie es el cambio de uso de suelo por la agricultura que ha reemplazado a la flora nativa. A eso se suma el uso de plaguicidas y pesticidas. Nosotros podemos hacer investigación y proponer medidas, pero es el Ministerio de Agricultura a través del SAG el que puede tomar medidas sobre su uso y cantidad. Ellos también participan del plan de recuperación”, explica Tala.

Educación

La educación y la sensibilización de la población general es un tercer elemento. Desde hace algunos años el SAG y los ornitólogos, luego la Conama y ahora como MMA, han desarrollado monitoreos e investigación sobre esta ave, indica Tala y añade que también se han realizado algunas acciones de sensibilización de la población general pero a una escala reducida y centrada en los colegios. El paso siguiente, es ampliarla a una mayor población.

Publicado en La Tercera

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