Una biodiversidad de peces única vive en torno a las islas Rapa Nui y Salas y Gómez

«Esto es como otro mundo». Así describe Carlos Gaymer, biólogo marino de la Universidad Católica del Norte, la particular biodiversidad, especialmente de peces, que habita las aguas en el entorno de las islas Rapa Nui y Salas y Gómez.

Gracias a las recientes exploraciones con robots submarinos de la ONG Oceana, los científicos han podido dar una mirada más amplia a este territorio oceánico, el que ha resultado ser completamente diferente en características incluso respecto a otras islas oceánicas, como Juan Fernández o Desventuradas.

Es así como en la llamada ecorregión de isla de Pascua existe un ambiente que es mucho más similar a la zona de la Polinesia Francesa y de Hawai. «Se comparten muchas especies de peces y de invertebrados en condiciones ambientales que son relativamente similares», dice el especialista.

El 75% de la biomasa de las especies de peces costeros -es decir, la mayor concentración de ellas- solo se encuentra en las aguas entre Pascua y Salas y Gómez. «No se trata de grandes peces migratorios, sino de pequeñas especies asociadas a ambientes coralinos no muy profundos», explica Gaymer.

pece

A medida que se ha ido avanzando en la investigación submarina han ido apareciendo nuevas especies. «El año pasado llevamos un robot submarino hasta 380 metros de profundidad, y empezamos a encontrar varias especies que no habían sido descritas para esa zona».

Una de las áreas exploradas fue el monte Apolo, que está solo a menos de 15 kilómetros de Rapa Nui. «Al revisar con más calma las imágenes, nos hemos encontrado con un montón de especies nuevas, especialmente de peces», cuenta el biólogo marino. Es así como pudieron ver cardúmenes de peces jabalí, que no estaba reportado antes para esa zona, pero sí los hay en Hawai. «Hay otras especies de las que todavía no sabemos ni siquiera sus nombres. Estamos consultando a especialistas a nivel mundial en taxonomía, y aún no sabemos si son nuevas o están en otros lugares, pero es la primera vez que se encuentran aquí».

El monte Apolo es también uno de los principales puntos de abastecimiento de la comunidad pascuense, ya que es hábitat de los toremo (dorado o palometa, en Chile continental) y también de grandes atunes. «En ese lugar, a unos 150 metros bajo la superficie, existe una alta productividad de plancton, lo que permite la existencia de abundante alimento, tanto para los grandes peces migratorios como para los de arrecife», dice Gaymer.

Son ecosistemas frágiles. Si se desarrollara una pesca industrial allí, las especies se extinguirían en poco tiempo. Afortunadamente, los habitantes de Rapa Nui no realizan pesca de ese tipo, sino que, desde tiempos ancestrales, es artesanal. «Esta no genera daño como para destruir un monte submarino, pero sí se ve una disminución de recursos porque la actividad se ha concentrado por décadas en el mismo lugar», dice.

Al entender cómo funcionan estos ecosistemas, la idea es buscar nuevas áreas de pesca cercanas que permitan reemplazar aquellas sobreexplotadas, trabajo que están desarrollando junto con la comunidad de la isla.

«Hay muchos montes submarinos, pero algunos tienen sus cimas muy profundas, y para que generen estos procesos de productividad necesitan estar en zonas donde haya luz (no más de 200 metros de profundidad), lo que permite al fitoplancton, clave en estos procesos, hacer fotosíntesis», indica.

Ya tienen un par de candidatos a unos 70 kilómetros al oeste de Pascua, lo que implicaría contar con una embarcación más grande, una especie de buque nodriza, que transportara a su vez los botes artesanales a la zona alternativa. «Esto no implicaría un cambio del arte de pesca, solo un cambio de escenario», asegura Carlos Gaymer.

Publicado en: El Mercurio

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