El proyecto GEF Alianza Cero Extinción es una iniciativa internacional que busca proteger lugares únicos donde habitan especies amenazadas de extinción.
La historia del proyecto no solamente trata de conservación per se, sino que involucra a los actores locales que habitan el territorio donde esta historia sucede. Es así que miembros de la comunidad juegan un rol activo en el diseño del plan de conservación, en la implementación de acciones de conservación y el programa de educación ambiental, entre otros.
De esta forma un proyecto local de pequeña escala, ejecutado en un hot spot de biodiversidad en la región de Los Ríos y del Bio-bio, adquiere relevancia internacional al visibilizar la problemática global de conservación de la biodiversidad desde un contexto local.
A continuación dejamos el link del reportaje en inglés, y más abajo su formato original en español.
https://www.unenvironment.org/news-and-stories/story/clinging-life-edge-world
“Cualquiera que visite el antiguo bosque templado lluvioso del sur de Chile probablemente perderá de vista a la pequeña rana verde de Mehuín, uno de los anfibios más raros del mundo.
Mezclándose con los arroyos del bosque que son su hogar, su espalda café punteada la hace casi invisible al ojo inexperto. Su canto, un chirrido resonante y prolongado, es a menudo el único signo de esta especie al borde de la extinción.
La rana verde de Mehuín (Insuetophrynus acarpicus) está en el listado internacional de especies en peligro crítico. Esta especie que alguna vez fue común, hoy solo persiste en un área de bosque nativo de pocos kilómetros cuadrados, fuera de las áreas protegidas y bajo la amenaza de prácticas agrícolas y ganaderas inadecuadas, la tala del bosque nativo y su reemplazo por plantaciones forestales de pino y eucaliptus, que están fragmentando rápidamente el bosque templado de América del Sur.
Junto a su prima lejana, la rana de hojarasca de Mehuín (Eupsophus migueli) también en peligro de extinción, la rana verde de Mehuín se está moviendo desde las tinieblas a la atención pública, a medida que las comunidades locales trabajan de manera conjunta para conservar esta especie amenazada.
«No es una especie emblemática como el león africano o el hipopótamo», dice Don Rigoberto Lienlaf, «pero tenemos una especie propia muy especial».
Secretario de la comunidad Mapuche Fucha Pitren, Rigoberto es uno de los muchos líderes locales que han respaldado el proyecto internacional de la Alianza Cero Extinción: Conservando los Sitios Más Irremplazables de la Tierra para la biodiversidad amenazada. Esta iniciativa que cuenta con financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial busca garantizar la supervivencia de la fauna endémica de la región.
Con una historia que se extiende por más de 120 millones de años, los bosques templados lluviosos de Chile y Argentina (también conocido como bosque o selva valdiviana) son el hogar de una gama única de especies que se remonta al antiguo supercontinente de Gondwana, convirtiéndose en un vínculo vivo con el pasado del planeta. Este bosque fue separado de otros ecosistemas forestales en el Período Terciario, transformándose en una isla biogeográfica, que hoy día alberga más del 70 por ciento de las especies de plantas leñosas de Chile, y es el hogar de uno de los ciervos más pequeños del mundo (el pudú) y el pájaro carpintero más grande de América del Sur.
Sin embargo, este bosque se encuentra altamente amenazado quedando solo el 40% de la cubierta forestal original. Lo que queda del bosque templado lluvioso también está cada vez más fragmentado, dividido por actividades industriales y productivas, gran parte se encuentra hoy en manos de pequeños agricultores, campesinos y comunidades indígenas. Es esta fragmentación y el cambio de uso del suelo lo que justamente está empujando a especies como la rana de hojarasca de Mehuín y la rana verde de Mehuín peligrosamente cerca del borde de la extinción.
Con pocas áreas protegidas y gran parte del bosque nativo en manos privadas, el equipo del proyecto Alianza Cero Extinción se dio cuenta que la única forma de asegurar la protección de estas especies era a través de la generación de conciencia y el trabajo colaborativo con las comunidades locales. Esta aproximación busca que los actores locales asuman un papel activo como cuidadores de su entorno único.
Uno de los primeros pasos, y quizás el más importantes, fue lograr reunir a las organizaciones locales e indígenas para desarrollar de manera participativa un Plan de Conservación para el área, menciona Mike Parr, presidente de American Bird Conservancy organización socia del proyecto.
«Este proyecto demuestra la importancia de una estrecha colaboración entre las comunidades locales y los profesionales de la conservación para lograr la protección de especies de la Alianza Cero Extinción», dice Parr.
Usando un enfoque holístico para diseñar el Plan de Conservación, el equipo reunió a líderes locales como Rigoberto para discutir sus medios de vida, el tipo de educación y desarrollo de capacidades necesarias para mejorar sus prácticas agrícolas y de manejo forestal, y el papel que las comunidades locales podrían jugar en la protección de su tierra y su biodiversidad.
El resultado es un plan de conservación, que se centra en tres tipos de estrategias: colaboración público-privada; investigación, educación y difusión; y medios de vida sustentables. Cada estrategia se compone de una serie de acciones diseñadas para beneficiar directamente tanto a las comunidades locales como a las especies amenazadas.
«El proyecto fortalece el trabajo que Villa Nahuel y otras comunidades indígenas han estado desarrollando durante mucho tiempo», dice el líder de la comunidad indígena Villa Nahuel, Javier Nahuelpan.
«Está dando valor a los recursos naturales, los bosques nativos y la biodiversidad de nuestro territorio Lafkenche».
«Para nosotros esto ha sido muy importante…esperamos que los resultados del proyecto sean conocidos por la población local y que nuestra tierra sea valorada porque es un lugar único en el mundo».
Mirando hacia el futuro, el proyecto Alianza Cero Extinción también se está enfocando en los miembros más jóvenes de la comunidad, en un esfuerzo por convertirlos en los líderes ambientales del mañana. Trabajando directamente con profesores y estudiantes de seis pequeñas escuelas rurales, muchas de las cuales tienen una o ambas especies de ranas literalmente en su patio trasero, el equipo ha desarrollado un programa de educación ambiental, para generar conciencia sobre los anfibios en peligro y promover el rol de la comunidad local como sus guardianes.
Es un rol que los estudiantes están adoptando a medida que descubren y comienzan a comprender su propio lugar especial en la conservación del área. «Me divertí y aprendí mucho sobre las ranas», dice José Miguel uno de los estudiantes que ha participado del programa de educación ambiental. «Quiero cuidarlas y darlas a conocer a todos, para que no sólo yo las cuide sino que todos en la casa».
José Colimilla, profesor de la escuela We Liwen de Maiquillahue con solo 24 alumnos, dice que es la emoción que los alumnos se llevan a casa lo que tiene el potencial de cambiar las actitudes en sus comunidades desde cero.
«Estamos aprendiendo a proteger y cuidar nuestros esteros, a no tirar basura «, dice. «Estamos transmitiendo esto a toda la comunidad escolar, a las madres y padres, para que también cuiden el medio ambiente».
Mientras tanto, los habitantes locales como Rigoberto están tomando sus propias medidas para preservar el hábitat de las ranas amenazadas, a través de un cambio en sus prácticas ganaderas. Con el apoyo del proyecto y el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) del gobierno de Chile, Rigoberto cercó un sector de bosque y humedal de su propiedad. Así mantiene su ganado y el de sus vecinos fuera del bosque, impidiendo la compactación del suelo y contaminación de los arroyos de los que dependen las ranas para vivir.
Como siguiente paso, ahora está desarrollando un plan de ordenamiento predial para su tierra, que le permitirá complementar la conservación con actividades productivas, incluyendo un sendero educativo para enseñar a los niños y turistas locales sobre la biodiversidad única de la zona.
Es un logro del que tanto Rigoberto como las autoridades chilenas están orgullosos.
«Dos ranas chilenas endémicas tienen una oportunidad de recuperación con el proyecto Alianza Cero Extinción «, dice la exjefa de la División de Biodiversidad y Recursos Naturales del Ministerio de Medio Ambiente, Alejandra Figueroa. «La cooperación entre las comunidades locales, el equipo del proyecto Alianza Cero Extinción y el Ministerio del Medio Ambiente de Chile que lidera el proyecto, muestra cuán importante es esta alianza para lograr los objetivos de conservación de estas dos especies emblemáticas para Chile y el mundo”.