Para algunos, Santiago siempre fue su hábitat natural y lograron sobrevivir al crecimiento de la ciudad, los autos y el cemento. Otros llegaron a ella en busca de abrigo y comida, y se quedaron. Es la desconocida fauna que convive entre los seis millones de habitantes de la capital pero que en muchos casos sólo es advertida por ojos y oídos humanos entrenados.
Herman Núñez, curador jefe del Área Vertebrados del Museo Nacional de Historia Natural, explica que en Santiago existe un solo ecosistema: el mediterráneo con cierta degradación del mismo hacia la cordillera. El cemento de la ciudad produce calentamiento del ambiente en algunas zonas pero no por eso deja de ser mediterráneo. “Lo que sí produce es una fragmentación de los componentes del ecosistema mediterráneo compuesto por plantas y animales, que se ven aislados unos de otros, disminuyendo flujos génicos, con el consiguiente empobrecimiento de la biodiversidad genética, lo que propicia extinciones locales, no sólo de animales, sino también de plantas y suelos”, dice Núñez.
Anfibios y reptiles
Según Núñez, en el cerro San Cristóbal y Santa Lucía, sobre todo en primavera, se pueden ver lagartijas que salen a tomar sol entre las enredaderas del parque, pero son muy huidizas y cuesta verlas.
Otro visitante de temporada es el sapito de cuatro ojos. “En invierno, cuando llueve, las aguas que bajan de la cordillera los arrastran. Son los únicos sapos que a veces llegan a la ciudad y se pueden ver, por ejemplo, en el Zanjón de la Aguada, pero sobreviven sólo uno par de días”, explica Núñez. En otras aguas, como la laguna del Parque O’Higgins o la de la Quinta Normal se pueden ver ranas africanas que se han adaptado a estos lugares.
Sebastián Celis, veterinario de Buin Zoo, señala que en las cercanías de Colina, a veces, es posible observar a la iguana chilena, el réptil más grande del país.
Mamíferos
En Santiago existen varias colonias de murciélagos que se alimentan principalmente de polillas. También existen ratones y guarenes. Celis dice que él mismo los ha visto en la noche caminando sobre los cables del tendido eléctrico en Las Condes.
Un poco más alejado de la ciudad, pero también conviviendo entre personas, existe un pequeño grupo de zorros culpeo que bajan hasta el camino a Farellones y comen lo que las personas les dejan en el camino. “Se acostumbraron ”, dice Celis.
Aves
La Unión de Ornitólogos de Chile realiza constantemente seguimientos a las aves que están en la ciudad. Juan Aguirre, su director, explica que la ciudad es un buen lugar para las aves que antes acostumbraban a vivir en el campo, como las tórtolas, tencas, mirlos y raras. “Hay harto alimento, sobre todo en las comunas que tienen plazas y parques con árboles altos y frondosos. Además, los edificios altos, ayudan a que el invierno sea menos crudo para ellas”, cuenta.
La rara (parecida a la loica), por ejemplo, llegó hace unos siete años a la ciudad y ha hecho de las plazas de Ñuñoa y Providencia un lugar para vivir. El mirlo, también ha aumentado su presencia y es habitual ver bandadas de 30 ó 40 individuos en los sectores aledaños a la Escuela de Carabineros, en el sector de Antonio Varas.
Las aves rapaces también hacen de la ciudad su casa, pero no en grandes cantidades, ya que por ser especies predadoras y muy territoriales, no acostumbran a compartir su espacio con sus pares. En el edificio de la Telefónica, en pleno corazón de Santiago, por ejemplo, se sabe que una pareja de halcones peregrinos hizo allí su nido. También se les ha visto en edificios altos de la calle Carlos Antúnez y cerca del Pueblito de Los Dominicos.
Por la noche, en el centro de Santiago, se pueden ver lechuzas. “Son más comunes de lo que la gente cree. Cazan sobre todo ratones”, señala Aguirre.
La tórtola es otra de las aves a las que le gustó Santiago. Llegó del campo hace 12 ó 15 años y se acostumbró a los humanos. Ni siquiera huye de ellos, como sí lo hacen sus primas del campo.
Juan Carlos Torres, vicepresidente de la Unión de Ornitólogos, dice que también se pueden ver cernícalos, una ave rapaz un poco más pequeña que el halcón, que caza presas vivas al amanecer y atardecer y vive en parejas. Otra rapaz habitual de la ciudad son los tiuques, pero esta es carroñera y se puede ver en las calles comiendo incluso sobre el suelo y en grupos, porque son más sociales.
Mantis religiosa
Entre los insectos, Celis cuenta que no es raro que en el verano aparezcan saltamontes, sobre todo en las casas que tienen pasto y malezas sin cortar. Con ellos aparece también la mantis religiosa porque los saltamontes son su principal alimento.
Publicado en La Tercera