Cuatro meses después de los megaincendios que arrasaron con el centro y sur de Chile, un aguilucho pudo volver a volar sobre la misma zona desde donde había intentado escapar.
El sector estaba rodeado de llamas. Mientras los vecinos le hacían el quite al fuego, vieron acercarse el ave. «Había fuego por todos lados y el aguilucho se desplomó al lado del agua», dice Nicole Salaberry, veterinaria y directora de la Unidad de Rehabilitación de Fauna Silvestre UNAB-Buin Zoo (UFAS), donde fue internado el pájaro.
«No solo había experimentado inhalación severa de humo, también dentro de su boca presentaba sangre. La razón de eso era porque le habían disparado, y sufría de fracturas en ambos miembros superiores».
Durante 10 semanas, el animal recibió oxigenoterapia, se le extrajeron los perdigones, se le soldaron las fracturas, y la semana pasada fue liberado cerca de Pichilemu.
Al UFAS también llegaron una serpiente de cola larga, un zorro chilla, un gato colo-colo y tres güiñas. Solo las últimas lograron sobrevivir, y aunque ya están recuperadas de las quemaduras, ahora esperan que les crezca el pelaje -para mantenerse temperadas- y las uñas -para que puedan volver a cazar-, y así liberarlas. «Ahora hay que reforzar conductas normales de la especie, entonces están en recintos externos habituados a las zonas de donde vienen, con plantas, troncos para esconderse y sin contacto con el ser humano», agrega Nicole Salaberry.
Sumando mamíferos, anfibios, invertebrados, reptiles y aves, durante los incendios forestales de enero y febrero de este año se rescataron 139 animales silvestres, según los datos del SAG.
En la Región del Maule, de los 72 rescatados, 44 fueron relocalizados y liberados de inmediato; 25 se derivaron a centros de rescate y tres murieron. En la Región del Biobío, de los 26 rescatados, solo tres fueron relocalizados y liberados (dos pudúes y un monito del monte). El resto fueron derivados a centros de rescate o murieron, agrega el SAG.
A pesar de estas cifras, se desconoce cuál fue el impacto del incendio en la fauna. Muchos murieron por las llamas, otros de inanición y varios atropellados, intentado arrancar del fuego que consumía sus bosques.
«Los animales rescatados son lo mínimo, es la punta del iceberg. No hay un estimado de cuánta fauna se perdió, porque para eso se necesitaría un conteo previo y de eso hay muy poco. Por ejemplo, a nosotros nos llegaron tres pudúes, pero no sabemos qué cantidad de ellos hay en el centro-sur de Chile. Entonces, no sabemos a qué porcentaje corresponden de la población total», dice Daniel González, director del Centro de Rescate de Fauna Silvestre de la U. de Concepción.
Para liberar a los animales, no solo se necesita que estén rehabilitados, también que el sitio de donde vienen tenga alimento suficiente y esté en condiciones para alojarlos. Ya liberaron un cóndor, una lechuza y un peuco, entre otros. Para los pudúes, esperan que se recuperen de las fracturas y que crezca el pasto en sus hábitats.
Betsy Pincheira, presidenta de la Asociación de Médicos Veterinarios de Fauna Silvestre de Chile (Amevefas), coincide con González: «Aparte de las heridas, viene la etapa de rehabilitación; y es largo, porque tienen que comer por sí mismos, que no sean afectados por el factor humano y, además, la autoridad (el SAG) determina dónde se van a liberar».
Al Zoológico Nacional llegaron 16 animales silvestres que necesitaban cuidados intensivos después de los incendios. Zorros, un quique, una chinchilla, un jote, un cernícalo y un águila son algunos de sus pacientes. «Uno de los zorros llegó con los cojinetes completamente quemados. Se los trató, y ya tiene recuperados los tejidos. Ahora va a pasar a la etapa de evaluación, para ver si puede correr y cazar como solía hacerlo», dice Alejandra Montalba, directora del zoológico.
«Un jote de la Sexta Región llegó con las alas quemadas, y ahora está en el centro de rehabilitación de aves rapaces; esperamos que sea liberado en un año más; tiene que cambiar el plumaje completo. El águila que llegó con fracturas también está en ese centro». Antes de volver a la libertad, debe generar la musculatura para el vuelo.
Publicado en El Mercurio.