Vestidos con una pechera que los identifica como «Forjadores ambientales», doce niños de la Escuela Calicanto, de Quinta Normal, pegan adhesivos a contenedores de colores que identifican si son para botellas plásticas, papeles, Tetra Pak o latas.
Dentro de unos días, los receptáculos van a estar en las salas de clases para que cada curso siga avanzando en un objetivo que se trazaron hace un año: reciclar sus desechos para convertirse en una «Escuela Cero Residuos» ( www.escuelasceroresiduos.cl ).
Esta es una de los cuatro escuelas básicas del municipio que participan en el programa, que durante el segundo semestre de 2016 logró que cuatro toneladas de residuos generados en su interior y traídos desde la casa de los alumnos, fueran reciclados en vez de ir a la basura. La medición fue hecha por Recupac, empresa que pesa y retira los residuos desde los establecimientos.
«Este año esperamos reunir mucho más», dice Mariela Solórzano, especialista en Desarrollo Sustentable de la consultora Focus, que ejecuta la iniciativa, impulsada por Unilever y patrocinada por el Ministerio de Medio Ambiente (MMA).
A través de talleres y capacitaciones, buscan promover una cultura ambiental que involucre a profesores y familias, junto con obtener la Certificación Ambiental de Establecimientos Educacionales que otorga el MMA.
En un país donde según la Tercera Encuesta Nacional de Medio Ambiente, el 80,6% de las personas no recicla su basura, la iniciativa ha dado frutos.
«Durante el primer año logramos impactar a 2.500 estudiantes, 200 profesores y 1.800 familias», dice Fernando Eiffler, director de Recursos Humanos de Unilever Chile.
La idea, añade, es traspasar a la comunidad la experiencia mundial de esta empresa, que desde 2015 no envía residuos a rellenos sanitarios desde sus fábricas y oficinas en Chile. «Todos los que generamos se reducen, reutilizan o reciclan», destaca.
Cambio cultural
«Yo reciclo en mi casa», «yo echo bolsas en las botellas», «a mí me gusta reducir», «con mis papás reciclamos cartón, botellas y Tetra Pak y los traemos para acá», cuentan algunos niños que participan en el programa.
Andrea Fuentes, profesora de 2° básico y coordinadora de la iniciativa en la Escuela Calicanto, señala que «al principio fue difícil que adoptaran estas conductas, porque hay que cambiar la cultura. Pero hoy ya está asimilado: los niños saben preparar las cosas para reciclarlas y los papás participan en actividades ambientales en la escuela».
Mariela Solórzano destaca que buscan mucho más que reciclar. «Buscamos que las escuelas incorporen el cuidado ambiental en forma integral. Por ejemplo, en la clase de Matemática enseñar operaciones calculando el consumo de agua del colegio, hacer Arte con material reciclado o en Lenguaje crear un cuento o un ensayo sobre la importancia de cuidar el agua».
Publicado en El Mercurio