“2015 es un año crítico para la humanidad”, dice el informe publicado el miércoles pasado por la Liga de la Tierra. “Nuestra civilización nunca ha enfrentado el tipo de riesgo vital que está asociado a calentamiento global, la erosión de la biodiversidad y el agotamiento de los recursos”, continúa. “Finalmente, tenemos la posibilidad de embarcarnos en un viaje hacia la sustentabilidad o de quedarnos en nuestro camino a la destrucción”.
Hace 45 años, un senador de Estados Unidos sugirió establecer el Día de la Tierra. El objetivo era “centrarse en discusiones serias sobre los problemas medioambientales”. Y eso fue lo que entregaron los 17 miembros de esta liga. El renombrado economista estadounidense Jefrey Sachs, el experto en cambio climático Nicholas Stern y el premio Nobel mexicano Mario Molina, son algunos de los miembros del grupo que asegura que la definición de las metas para detener el cambio climático no puede pasar de fines de año, cuando el mundo se reúna en París para alcanzar el esquivo acuerdo.
Necesidad de reacción
“Los cambios en nuestro estilo de vida y en el consumo de combustibles fósiles son necesarios e inminentes, porque tenemos poco tiempo -solo un par de décadas- para evitar que sus efectos nocivos se vuelvan inmanejables”, asegura Laura Gallardo, directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 de la Universidad de Chile.
El consenso científico dice que no se puede dejar que el planeta aumente su temperatura promedio en más de 2 °C, sino las consecuencias van a ser, por lo menos, graves. Calor, sequías prolongadas e inundaciones son solo parte del posible futuro. ¿Lo estamos viviendo ya? Nadie lo sabe aún con certeza, pero algunos números son decidores.
Según registros de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA), los pasados enero, febrero y marzo marcaron, respectivamente, récords de temperatura promedio mundial desde que comenzaron las mediciones hace 136 años. Mientras que desde 1998 se han registrado los 10 años más cálidos, solo por mencionar algunos datos.
Aunque muchos dicen que lo que se está viviendo es causa del cambio climático, Francisco Meza, director del Centro de Cambio Global UC, opina que aunque la Tierra nos de señales, solo con el tiempo y en retrospectiva se podrá asegurar que los efectos anunciados están realmente en desarrollo. Por eso, agrega, no se puede esperar a tener ese diagnóstico. Sería demasiado tarde.
El mismo (CR)2 está tratando de determinar las causas de la sequía que afecta al país. Hasta el momento, ha establecido que -tanto por su magnitud como por su dimensión espacial- no sería explicable solo con la variabilidad esperable del sistema, dice Laura Gallardo. Las conclusiones finales estarán listas durante el segundo semestre.
Mientras se espera, agrega Francisco Meza, sería poco acertado “pensar que la sequía se acabó” si finalmente llueve por sobre el promedio a causa del Fenómeno del Niño. Es hora de tomar medidas, independientemente de ello, asegura.
Pero el problema es que terminar con hábitos no es algo fácil para nadie. “Dado que los procesos de cambio climático no son violentos, o no se los percibe como tales, no se toman medidas”, explica Sonia Salas, profesora de Psicología de la U. de La Serena e investigadora asociada del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA). “Se le pide a las personas que renuncien a cosas por algo que tal vez van a ver a largo plazo”.
Tanto es así, que incluso la gente que vive en carne propia la sequía no la ve como algo especial, comenta. “Es una parte más del ciclo, así como lo es un volcán que siempre ha estado ahí y que de repente hace erupción. No están dispuestos a cambiar, porque sienten que todas las generaciones anteriores han enfrentado lo mismo”, dice.
El problema es que esto no solo afecta la actitud de las personas, elemento vital en esto según todos los especialistas, sino también retrasa las decisiones políticas.
Aun así, Laura Gallardo estima que Chile tiene ciertas ventajas para hacer los cambios. Esto, por su pequeño tamaño relativo, así como también por tener muchas áreas en desarrollo, en las que introducir cambios estructurales no sería tan costoso.
“Paulatinamente, las sociedades se van a volver más austeras en algunas cosas, especialmente al estar más conscientes de los desperdicios y externalidades de su estilo de vida”, asegura Francisco Meza. “Igual seguiremos demandando recursos, pero compensaremos con nuevas actitudes”.
Lo que hace Chile
Si bien el país está en un proceso proactivo con el medio ambiente, aun queda mucho por hacer. En lo que más se ha avanzado, explica Pablo Badenier, ministro de Medio Ambiente, es en la Ley de Fomento al Reciclaje y Responsabilidad Extendida del Productor, la que ya fue aprobada por la Cámara y hoy está en el Senado con suma urgencia.
A ella se suma la ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, que fue aprobada en general por el Senado. En tanto que la ley de protección de glaciares, una estrategia de elaboración de 14 planes de descontaminación atmosférica durante este gobierno, nuevas normas de protección de aguas superficiales y la creación de una comisión presidencial para reformular el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental están en proceso.
“Todas estas acciones son el principio de un camino que estamos recorriendo a paso redoblado, y los desafíos que se nos plantean son los de la implementación, que siempre implican temas mayores, si queremos transitar hacia una senda de crecimiento resiliente al cambio climático, así como baja en carbono”, asegura el ministro.
Publicado en El Mercurio