Los países de América Latina y el Caribe, potentes en biodiversidad y muy vulnerables a los desastres naturales, acudirán a la Cumbre del Cambio Climático en París sin una postura conjunta, pero con algunas propuestas por grupos.
Muchos mandatarios latinoamericanos han confirmado su asistencia a la vigésimo primera Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que tiene como fin sellar un acuerdo vinculante para hacer frente a esa amenaza global.
Sin embargo, no está claro que vayan a dar frutos los esfuerzos desplegados por Ecuador, que ostenta la presidencia de turno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), para lograr una propuesta conjunta y “fuerte” en la crucial reunión que tendrá lugar en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre.
La meta es que la temperatura del planeta no aumente más de 2 grados centígrados a finales de siglo.
Aunque la CELAC no hable con una sola voz en París, sí lo harán los países de la Alianza Bolivariana (ALBA), que comparten la idea de que los mayores responsables del cambio climático, las naciones industrializadas, deben hacerse cargo y defienden una “justicia climática” que sirva para compensar por los daños.
También llevará una posición común la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (Ailac), formada por Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Panamá, Paraguay y Perú.
Aunque con poca visibilidad mediática, este grupo de negociación está reconocido en el seno de la COP desde 2012 y sus propuestas apuntan a la reducción de emisiones, medidas de mitigación y defensa de la biodiversidad.
En cuanto a la CELAC, en su última reunión para tratar el asunto, el 6 de noviembre en Quito, “avanzó de manera significativa en la identificación de alrededor de 20 posibles elementos de posición común”, según un comunicado.
El texto menciona que el cambio climático es “una amenaza global, de la cual los principales responsables no son los países de la región sino las principales potencias industriales”.
Aunque se estima que únicamente el 9 % de las emisiones de carbono tiene origen en Latinoamérica, los expertos coinciden en que el cambio climático, concretado en un aumento de las temperaturas, va a impactar seriamente a la zona.
“Las consecuencias para el desarrollo de América Latina y el Caribe serán graves a medida que disminuyan los rendimientos agrícolas, los recursos hídricos cambien de lugar, aumente el nivel del mar y el sustento de millones de personas se vea amenazado”, advirtió hace un año el Banco Mundial.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) calcula que estos países deberán destinar en los próximos cien años entre el 1,5 % y el 5 % de su PIB a combatir el cambio climático, cuyos efectos, traducidos en inundaciones, sequía y disminución de glaciares, impactan en la biodiversidad, la seguridad alimentaria, la economía y la salud.
La financiación será uno de los grandes temas a debate en la COP21. Para los países en desarrollo, los proyectos de adaptación al cambio climático tienen un costo elevado, que no solo se cuenta en dinero.
El Gobierno de Nicaragua espera que el acuerdo contemple “financiación, transferencia de tecnología y fortalecimiento de capacidades de los países desarrollados a los países en vías de desarrollo”
Cuba también insistirá en que se responsabilice a los “ricos y las trasnacionales” y exigirá a las naciones desarrolladas el pago de su “deuda ecológica”.
Un estudio la Organización Mundial de la Salud (OMS) enumera algunos de los problemas que puede causar el calentamiento global, que a 2014, según el Banco Mundial, se había traducido en 0,8 grados más en América Latina.
Por ejemplo, si no se recortan las emisiones contaminantes de ahora a 2100, la temperatura en Brasil puede aumentar 5,4 grados respecto a los niveles preindustriales, lo que implicará que 618.000 personas sufrirán graves inundaciones y unos 168 millones estarán en riesgo de contraer la malaria.
El Gobierno de Brasil se ha comprometido a reducir sus emisiones en un 37 % para 2025 con relación a los niveles de 2005 y pretende que las energías renovables, incluida la hidráulica, representen un 45 % de la red de generación del país, frente a la media global del 13 %.
Chile se ha comprometido a bajarlas un 30 % y Colombia un 20 % para 2030.
México, que en la COP21 quiere probar que se puede ser un país “en desarrollo y petrolero” pero comprometido con el medioambiente, impulsará la inclusión de un sistema de alerta temprana para la prevención de desastres a fin de que los estados puedan “enfrentar los embates del cambio climático”.
Los indígenas latinoamericanos también llevan sus propuestas a la cumbre, empezando por la inclusión de sus derechos territoriales en el acuerdo que se espera sellar en París y que entraría en vigor en 2020.
Publicado en www.expreso.com.pe