Chile destaca por sus acciones contra los suelos degradados

Chile es uno de los países que más han sufrido la degradación de los suelos, pero su estrategia para intentar revertir ese escenario lo ha hecho transformarse en un caso ejemplar, junto al de Filipinas, para el resto del mundo.

Así lo revela el informe «El Valor de la Tierra», de la Iniciativa Economía de la Degradación de los Suelos, un grupo de trabajo internacional en el que participan políticos, científicos y representantes del sector privado.

El documento, elaborado con el apoyo de la Universidad de Naciones Unidas y del Instituto para el Agua, el Medio Ambiente y la Salud, y otros organismos internacionales, cita a nuestro país como uno de los que más han sufrido degradación de sus suelos, ya que dos tercios del territorio están afectados por la desertificación y la sequía. Indica que la mitad de los 15,4 millones de hectáreas de bosques presenta degradación, y se suman 77 mil hectáreas al año.

No obstante, también destaca que Chile ha adoptado una estrategia intensiva para revertir el problema, lo que ha permitido hasta ahora la recuperación de 4 millones de hectáreas a través de políticas de reforestación, recuperación y manejo del bosque nativo y estrategias de irrigación.

Eso sí, se advierte que la sequía acumulada en los últimos años ha agravado el escenario y que se necesita una mayor coordinación entre el sector público y privado.

A nivel mundial, el estudio señala que alrededor del 52% del suelo agrícola del planeta está degradado, ya sea en forma moderada o severa. Como consecuencia, más de 50 millones de personas podrían verse forzadas a migrar durante la próxima década debido a que les resultaría imposible seguir cultivando o viviendo en estas superficies deterioradas.

La investigación también determinó que las pérdidas por el problema alcanzarían en el mismo período un monto equivalente a entre 6,3 y 10,6 billones de dólares anuales, lo que equivale a entre 10 y 17% del PIB mundial. Lo calculan a partir de la pérdida de valiosos servicios ecosistémicos que la naturaleza deja de prestar y que están relacionados, como alimento, agua potable, regulación del clima y prevención de enfermedades.

El suelo es el segundo «sumidero de carbono» del planeta, detrás de los océanos, mientras que la agricultura y los cambios de uso del suelo son la segunda mayor fuente de las emisiones de gases de efecto invernadero. De esta forma -dice el informe-, enfrentar la degradación de los suelos y sus causas también permitiría reducir los gases de efecto invernadero que llegan a la atmósfera.

Publicado en El Mercurio 

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