Luego de 11 años desde que se produjo el desastre ambiental en el Santuario de la Naturaleza del Río Cruces, en Valdivia, el ecosistema acuático muestra evidentes signos de recuperación. Es una de las conclusiones que arroja el Diagnóstico Ambiental del Humedal del Río Cruces, estudio catalogado como el más grande y de mayor detalle realizado en Chile a un conjunto de humedales. La investigación fue mandatada, como una primera medida del fallo judicial, por el Primer Juzgado Civil de Valdivia por la responsabilidad que tuvo la empresa de celulosa Arauco por el daño ambiental que afectó al Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter.
Este diagnóstico, cuyo costo debió cubrir Celulosa Arauco, abarcó un área de estudio de 5 mil hectáreas en una investigación que duró 13 meses y que se dividió en 15 estudios específicos. El informe final, de 1.518 páginas y disponible en www.uach.cl, establece no solo el estado actual del humedal, sino también el de sus ríos tributarios, como el Pichoy, Tambillo, Cudico, Cayumapu y Nanihue. En la investigación, que tuvo un costo de $684 millones, participaron 15 investigadores de las universidades Austral de Chile, de Concepción y Santo Tomás, además de 25 asistentes de investigación. Eduardo Jaramillo, académico del U. Austral, fue quien actuó como director del equipo.
Los resultados de la investigación arrojaron que los elementos que fueron principalmente afectados en 2004 y 2005 por los riles de Arauco, como calidad del agua, cobertura de macrófitas acuáticas -como el luchecillo- y la población de cisnes de cuello negro, se han recuperado o muestran evidentes signos de recuperación. «A partir de 2010 empieza a aumentar la abundancia poblacional de los cisnes y taguas, pero solo se hace significativas a partir de 2012 para los cisnes y de 2013 para las taguas», explica Jaramillo.
Tras la mortandad de cisnes en 2004 y 2005, el equipo de la UACh realizó estudios que determinaron que la principal fuente de alimento de dichas aves, el luchecillo, había sido afectada porque la calidad del agua se deterioró tras la instalación de la planta de Arauco. «El luchecillo acumuló altas concentraciones de hierro y otros metales pesados. Los cisnes, al consumirlo, fueron afectados por el hierro, que les produjo hemacromatosis y, en muchos casos, la muerte», concluyó el equipo de investigadores.
El actual diagnóstico constató la disminución de las concentraciones de metales pesados en las plantas, lo que repercutió en el buen estado sanitario de los cisnes. «Este estudio demuestra la resiliencia del ecosistema del humedal y las capacidades de restauración vía procesos naturales de diferentes componentes abióticos y bióticos, en particular la recuperación de la cobertura del luchecillo y de la abundancia poblacional del cisne de cuello negro», dijo Jaramillo.
Entre los factores que han ayudado a la recuperación del humedal destacan la velocidad con que crece el luchecillo y el aumento de la cobertura de otras plantas acuáticas como el huiro, lo que ha repercutido en un aumento sostenido de la población de cisnes.
Asimismo, el investigador explica que el cambio en las prácticas de Arauco y el estado actual del humedal han permitido su recuperación, al punto de que hoy existe una compatibilidad entre la sustentabilidad del santuario y el proceso industrial que desarrolla la empresa de celulosa.
Actualmente, advierte Jaramillo, una de las principales amenazas para el santuario es la presencia de visones, especie introducida al país a fines de 1940 y que actualmente ataca a los cisnes y a sus crías, impidiendo un repoblamiento aún mayor.
Publicado en El Mercurio