Las urgencias de una ministra carbono neutral

La ministra del Medio Ambiente de Chile, Maisa Rojas, repasa los hitos y proyecciones de una cartera que ha adquirido inusual protagonismo bajo su administración. En conversación con Ladera Sur, detalla cómo enfrenta Chile la crisis climática, explica la “transición socio-ecológica justa” a la que se someterán las zonas de sacrificio y se refiere a la sensibilidad medioambiental del gobierno de Gabriel Boric.

Maisa Rojas soñaba con ser astronauta. Mucho antes de convertirse en licenciada en física de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y en doctora en ciencias atmosféricas de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido. Muchísimo antes de ser designada coordinadora del Comité Científico para la COP25 o ministra del Medio Ambiente del actual Gobierno de Chile. Hoy, confiesa que no iría al espacio exterior “ni, aunque me pagaran, me daría susto”. Pero en su sueño de niña subyacía el genuino espíritu de cuestionarse, de indagar, de sumergirse en los mares del conocimiento.

En junio de este año, la ministra buceó en el Archipiélago de Humboldt -en el que se pretende instalar el polémico proyecto minero Dominga- en medio de una visita a Chañaral de Aceituno, en la que participó en una reunión del Comité Birregional (Atacama-Coquimbo) por la creación del Área Marina Costera Protegida del citado archipiélago. También, encabezó el lanzamiento de un proyecto GEF (Fondo Mundial para el Medio Ambiente) de gobernanza en la caleta, que busca avanzar hacia la conservación y el uso sostenible de los recursos marinos, en colaboración con las comunidades locales.

-Esta primera experiencia buceando, ¿se asimila a lo que imaginaba cuando niña que podría ser explorar el espacio exterior?

-Ambos son medios desconocidos, experiencias vitales profundas y sensorialmente muy diferentes a lo cotidiano. No hay gravedad, se oye distinto, se ve distinto. Todo fue muy especial en ese viaje. En el trayecto en el bote hacia dónde íbamos a sumergirnos, nos encontramos con una ballena jorobada, algo inesperado y muy emocionante. Y me sorprendió que, aunque el día estaba nublado, la visión submarina fue muy nítida. Lo que más me gustó fue el vaivén del movimiento del mar, de las olas, que van de un lado para otro, en que las algas, y una misma también, entramos en ese vaivén, en ese ritmo mucho más lento que al que estamos habituados.

Maisa Rojas es María Heloísa Juana Rojas Corradi. Hija de padres cientistas sociales, exiliados en 1973, nació un año antes en Temuco y se crió en Hannover, Alemania, donde sus profesoras y profesores del colegio le inculcaron el amor por la naturaleza, en una ciudad verde en la que respira un inmenso bosque, ecosistema que para la ministra “tiene un efecto terapéutico, como las montañas”.

-Santiago está rodeada de montañas, pero tanto smog impide contemplarlas. Flavia Liberona, directora ejecutiva de Fundación Terram, nos dijo en una entrevista que “todos los gobiernos no han hecho más que mirar al cielo y esperar a que llueva”. ¿Este gobierno hará algo distinto?

-Es una respuesta difícil de responder, es muy estructural. No tenemos en este momento la herramienta del plan de descontaminación. Lo que tenemos es una herramienta reactiva, es decir, una vez que ocurre el problema se toma alguna medida paliativa. No enfrenta el problema de antemano. Y lo que estamos viendo es que cualquier ciudad en Chile que crezca a un cierto tamaño, lo hace de una manera tan sucia que termina con problemas de contaminación. Por eso este ministerio tiene que pensar en cómo está enfrentando las crisis. No tenemos la estructura correcta para hacer frente de manera anticipatoria a la degradación medioambiental. Así que tenemos que repensar ese instrumento en particular.

El medio ambiente de la ministra es casi libre de carbono. No tiene auto, aunque sus hijos se lo reprochan. Se moviliza en bicicleta, transporte público o mediante una aplicación de vehículos compartidos. Por supuesto, recicla y, también, composta en una lombricera. “En mi casa jamás a nadie se le ocurre tirar una cáscara de plátano a la basura”, afirma y sigue: “Más o menos, un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero que generan el calentamiento global están asociadas a la producción de comida. Por eso lo que compramos debe terminar en el plato, nunca desperdiciarse”. A propósito, cuenta que “durante el segundo semestre esperamos ingresar al congreso un proyecto de ley para evitar que los residuos orgánicos terminen en los rellenos sanitarios, es decir, que se haga la separación en los hogares para que luego exista el compostaje”. Esta medida se sumará a la puesta en marcha el próximo año de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) que establece, para los envases y embalajes, que las empresas -agrupadas en un sistema de gestión- financien un «camión del reciclaje» que pasará por los hogares del país recogiendo estos materiales.

La batalla del calentamiento

«El tema con la crisis climática es que sabemos cómo enfrentarla, pero tenemos muy poco tiempo y, en ese sentido, hay un nivel de urgencia que nos debería tener corriendo, en lugar de estar todavía mirando las opciones que tenemos”, reflexiona Maisa Rojas, experta en cambio climático. 

-¿Es esta crisis el tema más urgente hoy en el mundo, ministra? 

No quisiera poner en orden de prioridad si es más urgente la crisis climática, la de biodiversidad -porque una especie que se extingue no hay cómo recuperarla- o la de contaminación por plásticos. Creo que son las tres igual de importantes y están interrelacionadas.

-Usted ha sostenido que ésta es la década crítica para limitar el cambio climático. ¿Ha habido avances sustanciales en lo que ya va corrido? 

-En Chile, sí. Comparado con el mundo, hay hartos avances. Tenemos una Ley Marco de Cambio Climático que define muy claramente lo que debe ocurrir en esta década y en las que vienen. El desafío ahora es implementar la ley. Al mismo tiempo, la crisis asociada a la guerra entre Rusia y Ucrania tiene consecuencias sobre la crisis climática. En Europa se están dando cuenta que depender de una fuente de energía les da una inseguridad muy importante. Además, esa fuente, el gas de Rusia, es fósil. Entonces, hay un convencimiento genuino de que la transición energética tiene que avanzar hacia las fuentes renovables aún más rápido de lo que tenían planificado, pero en pocos meses van a estar en invierno y no pueden dejar a los ciudadanos sin calefacción. Por lo tanto, se están tomando medidas que son un retroceso, como mantener abiertas centrales que producen energía quemando carbón. Esto se resuelve acelerando la transición energética, pero igual van a tener que mantener abiertas ciertas instalaciones que iban a cerrar. Lo importante es que prevalezca la transición hacia energías renovables y no seguir quemando carbón y petróleo, y que eso se mantenga en el tiempo.

-El objetivo de lograr el carbono neutralidad para el año 2050 a nivel global suena ambicioso, pero, a la vez, lejano en el tiempo. ¿Qué opinión le merece ese plazo? 

Está fijado por lo que nos dice la ciencia, en este momento, para limitar el calentamiento global a 1,5° C. Es bueno que esté definido ese norte. Sin embargo, un plazo a treinta años da demasiado espacio para lo que viene ahora, entonces es más importante enfocarse hacia el 2030, una fecha en que tenemos que estar en la mitad de las emisiones de hoy en día. Pero las emisiones siguen aumentando y eso aumenta también la urgencia. Hace darnos cuenta que es muy importante lo que pase este año, el próximo y el subsiguiente para generar un quiebre hacia abajo en la curva, un quiebre que tiene que ser significativo y que la guerra está obligando a retrasar.

– ¿No pierde la esperanza con situaciones como la de la COP26, cuando China e India realizaron un lobby de último minuto que relativizó los objetivos?

-Soy una persona súper positiva, tengo mucha esperanza en el ser humano (ríe). Quienes entendemos la gravedad del problema y los que estamos en posición de toma de poder, tenemos que hacer un esfuerzo adicional para recordar y reforzar que, simplemente, no hay otra opción. Entonces, no se trata de tener o no esperanza, sino de asegurarnos de que las medidas que tomemos vayan por la ruta correcta.

Transición socioecológica

El presidente Gabriel Boric ha definido permanentemente a su gobierno como “ecologista”. La premisa se ha materializado a través de la publicación de la Ley Marco Cambio Climático, de la adhesión al Acuerdo de Escazú o de la creación del Parque Marino Tic Toc-Golfo Corcovado, entre varias otras medidas. Maisa Rojas explica que “estamos utilizando el concepto paraguas de ‘transición socio-ecológica justa para darle forma a este compromiso que no es sólo ecológico, sino también social, porque considera tanto a ecosistemas como a seres humanos. Todo lo que hacemos como ministerio cabe dentro de esto y estamos creando una oficina para tener una estructura acorde”.

En el caso de las zonas de sacrificio, la ministra detalla que “se va a resolver en buena medida con la transición energética, porque se trata de territorios que han pagado los costos de un desarrollo sucio, asociados a centrales termoeléctricas y a una industria de combustibles fósiles que vamos a eliminar. Chile tiene muchos desafíos sociales, de desigualdad, y no siempre está claro que están relacionados con nuestra degradación medioambiental, porque una zona de sacrificio es justamente eso: una zona que tiene un alto nivel de degradación medioambiental y también un montón de conflictos sociales.

– ¿Esta transición socio-ecológica justa aplica, por ejemplo, al cierre de la central Ventanas?

-Lo vamos a acotar a los territorios donde hay centrales termoeléctricas a carbón, que van a cerrar al año 2030, como estamos planificando junto al Ministerio de Energía. Se trata de Tocopilla, Mejillones, Huasco, Coronel y Concón-Quintero-Puchuncaví. En el proceso de cierre de las centrales vamos a poder descontaminar estas zonas, que están profundamente afectadas en aire, suelo y agua. La gente que trabaja hoy en esas industrias va a tener que encontrar un trabajo, así que va a ser también una transformación laboral y, para hacerlo bajo un concepto justo, tiene que hacerse con los trabajadores, ver qué es lo que quieren hacer ellos, qué es lo que quieren esas comunidades y en qué quieren transformar sus territorios.

-¿Cómo se desarrollarán las nuevas posibilidades que se les ofrecerán a estos trabajadores?

-Esto no lo puede hacer el Ministerio del Medio Ambiente solo, por eso ahora existe el Comité Interministerial de Transición Socio-Ecológica Justa, en el que participan Energía, Desarrollo Social, Trabajo, Economía y Minería. También, en estas zonas antes se hacían actividades como turismo o agricultura, que desaparecieron y que quizá ahora podrían volver a surgir.

– ¿Cómo proyecta el tema de la salmonicultura en áreas protegidas de acá al final de su gestión?

-Esperamos contar prontamente con el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas. Es muy importante que contemos con esta institución pública que nos permita cuidar de manera efectiva las áreas protegidas en el país y, también, contar con instrumentos para proteger la biodiversidad fuera de estas áreas. Así se va a regular la industria de los salmones.

Sensibilidad medioambiental

– ¿Por qué este gobierno avanza notoriamente más rápido en materias medioambientales que los gobiernos anteriores, ministra? ¿Hay otra sensibilidad frente a estos temas?

-Sí, yo creo que la hay.

– ¿Y de dónde viene esa sensibilidad?

-Viene desde el presidente para abajo. Pero también creo que estamos en un estadio distinto de desarrollo del país y del mundo. Hay un nivel de conciencia de la urgencia de enfrentar estas crisis, que es mucho más transversal que hace pocos años atrás. Y eso significa que no es rol solamente de este ministerio y que hay temas, como la crisis del agua, que requieren ser abordados de manera intersectorial.

-Felipe Riesco, subsecretario del Medio Ambiente del gobierno anterior, escribió una carta a El Mercurio en la que afirma que la sostenibilidad se predica del desarrollo, por lo que sin desarrollo la sostenibilidad no existe. ¿Qué le parece esa idea?

-Yo me quedo con una frase de la nueva directora del Servicio de Evaluación Ambiental (Valentina Durán), acerca de que muchas veces la evaluación ambiental se ve como un freno al desarrollo. Ella dijo que no tenía que verse así, sino como una condición para el desarrollo. No existe desarrollo sin cuidado medioambiental. Si nosotros no cuidamos este planeta, no va a haber desarrollo posible. 

-En septiembre del 2021, cuando aún no era ministra, usted expuso acerca de la crisis climática en la Convención Constitucional. Ya publicada la constitución que se votará el mes próximo, ¿siente que se acogieron sus aportes y propuestas? 

-Yo creo que sí, el cambio climático está incorporado en la constitución. Obviamente no está en las constituciones más antiguas, porque hoy en día es cuando tenemos conciencia de la crisis. Pero dice explícitamente que estamos en un contexto de crisis climática. Eso es muy significativo.

-En la constitución vigente no aparecen conceptos como “ecológico”, “ecosistema” o “animales”, que sí se repiten varias veces y cobran relevancia en la nueva propuesta. En la primera, el agua se menciona sólo como objeto de propiedad privada, mientras que en la propuesta se menciona decenas de veces, en calidad de bien común e inapropiable…

 

Esta entrevista fue realizada por el periodista Rodrigo Hernández del Valle.

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