Entre los valles del norte del país específicamente de Azapa, Chaca y Camarones, vive una pequeña ave endémica y territorial conocida como picaflor de Arica, que no mide más de 8 centímetros y cuya dieta depende de la vegetación que crece naturalmente en la zona como el chañar, algarrobo o la chilca. Año a año, lo científicos han constatado que la población de esta diminuta ave –que no superaba los 510 ejemplares en 2013-, no se recupera y que su estado de conservación en la categoría en peligro de extinción se encuentra aún latente.
Una de las amenazas más fuertes que tiene el picaflor de Arica es la pérdida de hábitat. En esa especie en particular, argumenta Cristopher Schulbe, encargado de recursos naturales de la Seremi de Arica y Parinacota, ese factor es aún más complejo, porque su ciclo vital está enlazado con el territorio donde se alimenta y reproduce. Tanto así, agrega, que esta especie de picaflor al mover sus alas más 50 veces por segundo, tiene tal gasto energético que requiere del néctar de las flores cada 15 minutos para sobrevivir.
Esta ave, además, tiene incluso sincronizada su reproducción con la floración de chañar, eso se da en agosto de cada año. Pero lo más grave detectado por los científicos, es que tiene poca adaptabilidad a los cambios del medio y una tasa éxito de reproducción menos al 25%, lo que influye en que su población no aumente.
Oasis natural
En el marco de un proyecto GEF para especies amenazada llevada a cabo por expertos del Ministerio del Medio Ambiente y la Seremi de Arica y Parinacota, hoy se está trabajando en un nuevo modelo de conservación, que busca recrear microreservas, que corresponde a un sistema de pequeñas islas ecosistémicas que permitirían así asegurar el hábitat del picaflor, conectando el territorio de esta ave dentro de los valles donde vive y ayudándola a desplazarse hacia la cordillera.
Actualmente, cuenta Schulbe, está operativa la microreserva de Chaca de 6 hectáreas, donde se han realizado acciones que buscan recrear una exuberante vegetación para el picaflor de Arica. “Se están trabajando en una experiencia piloto introduciendo flora nativa atractiva para el picaflor y producción de miel con paneles de abeja. Estamos rescatando y favoreciendo las condiciones naturales donde habita y creando una especie de oasis para el picaflor con el fin de aumentar su población amenazada Replicaremos el modelo en otras microserervas como la de Pampa del Gobernador en Azapa donde ya comenzaremos a intervenir”, explica el especialista.
El proyecto de conservación tiene como principal objetivo contrarrestar los factores de amenaza del picaflor, por eso incluye dentro de sus factores, educación ambiental para los actores que habitan los valles, favorecer el turismo de intereses especiales asociado al avistamiento de esta especie única en el mundo. Además, se buscara crear o instalar un sello de calidad para la agricultura local para aquellos productores que favorezcan la conservación del picaflor y su hábitat.