La iniciativa promueve la protección de los ecosistemas mediante herramientas económicas innovadoras y la colaboración comunitaria. Este programa –que llevan adelante pescadores artesanales y líderes locales- es impulsado por el Ministerio del Medio Ambiente y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); a través del GEF Incentivos para la Conservación de la Biodiversidad (ICB).
En Ventanas, comuna de Puchuncaví, región de Valparaíso se desarrolló el hito de lanzamiento de una experiencia demostrativa del proyecto GEF Incentivos para la Conservación de la Biodiversidad (ICB), iniciativa que promueve la protección de los ecosistemas y releva la importancia de la conservación marina como una oportunidad para la pesca y el turismo.
El lanzamiento, que fue liderado por la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, junto a la representante residente de PNUD, Georgiana Braga-Orillard, pescadores locales y autoridades regionales, marcó el inicio oficial de dos experiencias demostrativas para el diseño y aplicación de instrumentos económicos destinados a la conservación y uso sustentable de la biodiversidad marina y costera en la región de Valparaíso, en las caletas de Maitencillo y Ventanas.
En la ocasión la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, destacó la relevancia del proyecto. “Hoy necesitamos crear condiciones para que las comunidades puedan proteger y vivir de sus ecosistemas y esta iniciativa es un paso concreto hacia un modelo de conservación con enfoque territorial, donde herramientas económicas permiten movilizar alianzas, recursos y reconocimiento a quienes cuidan el mar día a día. Ventanas y Maitencillo son ejemplos de cómo podemos avanzar hacia una transición socioecológica justa y con sentido local”, dijo la autoridad ambiental.
Por su parte, Georgiana Braga-Orillard aseguró que “desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo creemos firmemente que la sostenibilidad ambiental solo es posible cuando va de la mano con la justicia social y la participación activa de las comunidades. Este proyecto —que impulsamos junto al Gobierno de Chile con el apoyo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial— representa un paso concreto hacia un nuevo paradigma: uno que reconoce y valora los servicios ecosistémicos que brindan nuestros territorios. Las experiencias demostrativas que se desarrollarán en la comuna de Puchuncaví nos invitan a imaginar un futuro donde la conservación no sea una excepción, sino una práctica cotidiana”.
El proyecto busca promover la creación de zonas voluntarias de conservación (refugios marinos) dentro de Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB)-en este caso de especies claves como locos, las lapas y algas-, además de reconocer a quienes proveen servicios ecosistémicos y certificar buenas prácticas ambientales desarrolladas por sindicatos de pescadores artesanales.
En específico, esta iniciativa apunta a brindar apoyo a iniciativas locales, permitiendo consolidar los refugios marinos, donde además de proveer alimentos, se han impulsado actividades de buceo recreativo, educación ambiental y turismo responsable. En esa línea, durante el lanzamiento los pescadores del sector firmaron el compromiso de conservar y monitorear el ecosistema marino-costero.
“Desde el proyecto hemos asumido el desafío de integrar el enfoque de conservación con herramientas que dialoguen y se adaptar a los territorios y sus realidades. Este proyecto busca precisamente eso: reconocer el rol de las comunidades costeras en la conservación y ofrecer soluciones concretas para su sostenibilidad. Estamos muy orgullosas de acompañar a los sindicatos de pescadores de Ventanas y Maitencillo en este camino, y confiamos en que este modelo pueda inspirar a muchas otras iniciativas en Chile”, señaló Amerindia Jaramillo, coordinadora nacional del Proyecto GEF Incentivos para la Conservación de la Biodiversidad.
En la misma línea, desde el Sindicato de Pescadores de Ventanas, Eugenio Silva, destacó que: “Lo que ha hecho este trabajo, es llevar adelante la visión que tuvimos hace tantos años, el área de manejo tiene aproximadamente ya 30 años, y coincide plenamente con lo que nosotros buscábamos como objetivo de la conservación. Así que esto, este refugio, permite la conservación y además que la producción misma pueda aumentar. Desde todo punto de vista, a nosotros nos va a ayudar este proyecto, creemos que estamos seguros de que nos va a ayudar bastante, especialmente con la vigilancia, queremos mejorar lo que ya existe a nivel de país. Y esto perfectamente se puede replicar a nivel de país, y en eso confiamos”.
Por su parte, el presidente del sindicato de pescadores de la caleta de Maitencillo, Ricardo Silva destacó que: «Este proyecto reafirma lo que estamos haciendo hace más de 10 años con Capital Azul que es conservar una parte del área de manejo prístina, o sea que no se toque. Esto ha dado bastante buenos resultados según todo lo que hemos podido ir haciendo a través del tiempo, las estadísticas. Todo lo que ha crecido y vuelto a crecer -porque habíamos depredado ese lugar- volvió a nacer, como los piure».
Relevancia de los instrumentos para la conservación
Chile tiene una biodiversidad única, pero sus ecosistemas enfrentan amenazas crecientes debido al cambio de uso del suelo, la sobreexplotación de recursos y los efectos del cambio climático. A pesar de contar con fuertes regulaciones y políticas de conservación se requiere promover nuevas formas de conservar la naturaleza y detener la pérdida de biodiversidad.
En este contexto, el proyecto ICB busca incorporar herramientas innovadoras que generen incentivos para la conservación y fortalezcan la gestión de los territorios. Para esto, trabaja con dos tipos de instrumentos que ayudan a movilizar recursos y compromisos. Por un lado, los normativos, que establecen reglas claras para compensar los impactos ambientales y garantizar la protección de la biodiversidad a largo plazo, y-en segundo lugar- están los instrumentos económicos, que generan incentivos y oportunidades de financiamiento para la conservación. Entre ellos, las retribuciones por servicios ecosistémicos (RSE), que permiten que quienes se benefician de la naturaleza, como consumidores de agua o sectores productivos, aporten recursos para su protección y restauración y las certificaciones ambientales.