La zona central se llena de flores gracias a un lluvioso 2017

Uno de los desiertos floridos más espectaculares de las últimas décadas tuvo lugar durante 2017 debido a que fue un año lluvioso. Para quienes no pudieron presenciar ese espectáculo existe un premio de consuelo. En Coquimbo, la zona central e incluso más al sur, esa misma condición, de año con más lluvia, ha generado floraciones más abundantes que lo habitual, tanto en la zona costera como en áreas montañosas interiores.

«Hubo un florecimiento más intenso de algunas especies, sobre todo herbáceas y geófitas como las alstroemerias, orquídeas y añañucas», destaca el botánico y geógrafo de la U. Católica de Valparaíso Andrés Moreira-Muñoz.

En especial, se produce un fenómeno similar al desierto florido en áreas muy pobres, como los sectores de dunas, que este año se ha visto en lugares como las dunas de Concón y Punta Curaumilla, al suroeste de Valparaíso. «Ha sido un año muy productivo», dice el botánico.

«Hay floraciones de varias especies, algunas no se veían florecer hace años con tanta intensidad. Ahora fue muy masivo por la cantidad de agua caída», coincide la botánica del Museo Nacional de Historia Natural Gloria Rojas.

Una situación que no es nueva, también ha ocurrido en el pasado. Lo especial ahora es que hubo mucho tiempo de sequía y por eso esta floración ha llamado tanto la atención. A juicio de Rojas, además, a diferencia de ocasiones anteriores la gente se ha puesto más perceptiva de lo que ocurre en su entorno. «Se ha acostumbrado a mirar y distinguir entre lo exótico y lo nativo», dice.

El aumento de las lluvias también hizo que se produjeran cambios en la fenología de las flores, es decir, que se atrasen o adelanten en florecer, sostiene Moreira-Muñoz.

Riesgo de fuego

Esto se repite a medida que se avanza hacia el sur. «Hace poco estuve en terreno camino a Antuco, en la Región del Biobío y tenemos lo que se podría llamar una primavera tardía. Hemos tenido abundante lluvia y lo que se ve es que ha salido mucha orquídea; ha sido un año bueno», reflexiona Jaime Espejo, botánico de la U. Católica.Existen especies de plantas en que algunos individuos florecen cada cierta cantidad de años, no anualmente, pero si uno ve una población que agrupa a varios, siempre hay ejemplares en flor. Es el caso del chagual. En la zona de Los Vilos, cuenta Espejo, en los últimos años se habían observado muy pocas plantas con flores, pero este año había abundancia.

El año lluvioso también favoreció el desarrollo de muchas gramíneas, es decir, pasto. «Esto es muy bonito en primavera, pero para el verano el pasto se seca y se transforma en un riesgo tremendo de incendios», reconoce Moreira-Muñoz.

De ahí que muchas municipalidades estén cortando el pasto a orillas de los caminos. «El problema es que cortan pasto, pero también flores, no discriminan», se lamenta Rojas. Y pide a los responsables prestar más atención.

El que este año haya sido benéfico para los florecimientos de distintas especies no significa que tal bonanza se mantendrá el próximo año. «Esto es temporal; podría ser que venga otra vez La Niña y tengamos un nuevo período de dos o tres años. Eso nadie lo puede pronosticar», admite la especialista.

Publicado en El Mercurio

 

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