El Pleistoceno fue un periodo geológico que tuvo lugar entre hace más de dos millones y medio de años y unos 12.000 antes de nuestra era. El final de esta época, la última parte de la historia geológica de la Tierra, estuvo marcado por la última gran glaciación y por la extinción de la megafauna. Hasta ahora se pensaba que la desaparición de los grandes mamíferos venía motivada solo por la acción del hombre. Sin embargo, un estudio ha revelado que fueron grandes cambios climáticos en la última etapa de la edad de hielo los que favorecieron la adaptación de nuestros parientes lejanos y pusieron al borde de la extinción a la megafauna.
La desaparición de todos esos grandes animales ha desconcertado a los científicos desde que se pudieron fechar los acontecimientos prehistóricos. La pregunta de por qué dejaron de existir los mamut, los ciervos gigantes, los dientes de sable o los armadillos gigantes ha sido todo un misterio sobre el que se ha especulado. Un meteorito, un gran cambio climático, la aparición del fuego o la caza indiscriminada por parte del hombre han sido algunas de estas hipótesis que de forma más o menos verosímil han calado en el imaginario popular. Películas como «Ice Age» o «10.000 a.C.» han especulado con mayor o menor rigor científico sobre este periodo y sobre cómo desaparecieron los grandes animales. Ahora, este estudio, publicado en la revista Science ha averiguado que fueron, en realidad, fases rápidas de cambio climático las que pudieron acabar con la megafauna al final del Pleistoceno.
Hace 50.000 años
El estudio se ha centrado en el periodo comprendido entre los últimos 60.000 años y el año 12.000 y ha utilizado técnicas combinadas de análisis genético (Ancient DNA,o simplemente aDNA) con análisis paleoclimáticos. El artículo ha conseguido vincular mediante una combinación de técnicas paleontológicas, biológicas y geológicas, cambios de clima y la desaparición de especies. A lo largo de unos 50.000 años, una serie de oscilaciones climatológicas (entre 4 y 16ºC) causaron profundos cambios en la vegetación y nivel del agua y fueron una de las causas de la extinción de la megafauna.
Para el estudio los investigadores han examinado todas las especies diponibles de megafauna datadas con radiocarbono y han relacionado 31 grandes eventos (transiciones, movimientos migratorios o extinciones conocidas gracias a los restos fósiles) con variaciones climatológicas registradas a través del hielo de Groenlandia.
Estos variaciones climatológicas, conocidas como interestadios, o interglaciaciones, habrían sido la causa de la desaparición de muchas especies, algunas extintas antes incluso de la consolidación del género homo como especie «invasora». Concretamente, periodos de elevación de las temperaturas y de deshielo habrían sido los responsables del cambio. Sin embargo los investigadores explican que todavía queda una gran investigación pendiente. «No estamos exactamente seguros de qué aspecto de los interestadios causó la desaparición, pero hemos sugerido que el cambio abrupto en el clima al comienzo de cada evento provocó grandes cambios en los patrones de vegetación y las precipitaciones. Realmente solo hemos descubierto el patrón, y la siguiente fase será tratar de resolver cómo y por qué eventos de calentamiento son tan destructivos», explican.
Jorge Morales, profesor de investigación del departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, explica que el gran avance de este artículo es la combinación de técnicas que se basan en tres pilares fundamentales: «El estudio del clima, la datación exacta y la genética de los poblaciones». Morales cuenta que el reto estaba en conocer con claridad «cómo se comportan dentro de una especie pequeñas poblaciones locales, puesto que hasta ahora era difícil saber cómo había sido la extinción de una familia de bisontes cuando otra había ocupado su lugar». Por otra parte ahora se puede comprender mucho mejor la relación entre el cambio climático, la extinción y la aparición del hombre.
Golpe de gracia
El resultado de este artículo, explica Morales, pone de manifiesto cómo subgrupos dentro de las especies (metapoblaciones), que se encontraban al borde de la extinción, pudieron ser finalmente aniquiladas por la caza y la actividad del ser humano. Es decir, quepoblaciones locales de especies que podrían haberse recuperado sin intervención humana, se vieron definitivamente abocadas a la extinción, explica.
Así, la actividad del ser humano no hizo sino exacerbar el proceso al que los cambios climáticos estaban sometiendo a las especies, asestándoles el «golpe de gracia» final.