- La ministra Maisa Rojas destacó el trabajo del Comité Científico que asesoró la discusión parlamentaria sentando las bases para que los legisladores de la Comisión Mixta pudieran alcanzar acuerdos transversales que permitieran la protección de este ecosistema.
En el marco la crisis de cambio climático y pérdida de biodiversidad que enfrenta a nuestro planeta, y también a nuestro país, el Congreso despachó este martes el proyecto de ley de protección ambiental de turberas.
Durante la jornada de este martes, el proyecto superó su último trámite en la sala de la Cámara de Diputadas y Diputados que lo aprobó por 142 votos a favor. Esta iniciativa fue ingresada en 2018 por los senadores Carmen Gloria Aravena, Alfonso De Urresti, Francisco Chahuán, Ximena Órdenes y la exsenadora Carolina Goic a través de una moción parlamentaria. La propuesta fue visada por el Senado en octubre de 2019 pero luego modificada de manera sustantiva por la Cámara de Diputados y Diputadas en abril de 2022. Esta última fue rechazada en su totalidad por el Senado en su Tercer Tramite Constitucional dejando la definición de contenido a la Comisión Mixta. La ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, propuso la creación de un Comité Científico para asesorar esta instancia, la que fue conformada por la abogada Verónica Delgado, y los científicos Pablo Marquet, Carolina León, Jorge Pérez, Roy Mackenzie y María Paz Martínez.Este comité acompañó parte de la tramitación del proyecto y sentó las bases para que los legisladores de la Comisión Mixta pudieran alcanzar acuerdos que permitieran la protección de este ecosistema, lo que se materializó en la prohibición de la extracción de turba en todo el territorio nacional, junto con establecer un plan de manejo para el uso sustentable del musgo Sphagnum magellanicum conocido como pompón, el que se encuentra en la superficie de las turberas.
La ministra Maisa Rojas celebró la aprobación de esta iniciativa que constituía una de las prioridades legislativas del Ministerio del Medio Ambiente y destacó el trabajo del Comité Científico. “Este proyecto de ley demuestra que la discusión legislativa puede conversar con la ciencia y cuando eso ocurre los resultados nos permiten llegar a consensos transversales para proteger nuestro medioambiente. Esta fue la razón por la que como Ministerio del Medio Ambiente propusimos la creación de un Comité Científico que contó con la destacada participación de profesionales especialistas en turberas”, expresó. En esta línea, el senador Alfonso De Urresti sostuvo que “esta es una iniciativa que hemos impulsado por largo tiempo. En 2016, mientras en el Congreso se tramitaba la ley del SBAP, nos dimos cuenta de que ecosistemas como los humedales y las turberas, en ese momento, quedaban en una situación de desprotección, por lo que era necesario que se regularan específicamente ambos. De ahí que en 2017 presentamos el proyecto que se transformó en ley y que hoy se conoce como ley 21.202 de humedales urbanos, y en 2018 presentamos el proyecto de ley de protección de turberas”. “Nuestra preocupación por la seguridad hídrica y la preservación de estos ecosistemas para la mitigación del cambio climático y protección del medio ambiente, en general, ha sido motor de mi labor legislativa. El apoyo de la sociedad civil y de la academia ha sido fundamental para sacar adelante estas iniciativas. Este es un gran avance en la legislación puesto que en Chile existe una gran cantidad de hectáreas de estos ecosistemas que proveen diversos valores ambientales y de mitigación de cambio climático”, dijo el legislador. Importancia de las turberas Las turberas, que en Chile se pueden encontrar entre las regiones de La Araucanía y Magallanes, representan entre el 50% y 70% de los humedales en el mundo y ofrecen servicios ecosistémicos como: • Almacenamiento y purificación de aguas lluvia. • Biodiversidad única. • Secuestro y sumidero de carbono clave para la mitigación y adaptación al cambio climático. Las turberas además son una importante fuente de captura de metano (CH4), un gas de efecto invernadero que tiene un potencial de calentamiento global 25 veces mayor al CO2. Por ello, cuando se extrae la turba se libera CO2 y CH4 a la atmosfera, eliminando los beneficios de la acumulación de gases de efecto invernadero en su interior.