El proyecto por un monto de $6 millones espera conservar además, el saber botánico cultural de tradición Molle para las próximas generaciones, evitando la desconexión con su territorio.
Un importante aporte natural para disminuir la erosión del suelo agrícola de la localidad de Quilitapia en la comuna de Combarbalá, se concretó mediante el funcionamiento de un vivero de plantas endémicas y nativas, creado en la Escuela Pedro de Valdivia, gracias al Fondo de Protección Ambiental (FPA) del Ministerio del Medio Ambiente y el apoyo del Laboratorio de Ecología Evolutiva en Plantas de la Universidad de Valparaíso.
Durante muchos años habitantes de Quilitapia se dedicaron a la producción agrícola y caprina. Sin embargo, el mal manejo de estas actividades, junto con la sequía prolongada, se tradujo en una pérdida de la cobertura vegetal endémica y nativa de la zona y la consecuente degradación de los suelos. De allí la importancia de esta instalación que permitirá preservar estas plantas que constituyen un mecanismo natural para aminorar la erosión del suelo.
Actividades educativas
Una vez que el vivero empezó a funcionar, se realizaron diversos talleres sobre la vegetación endémica y nativa, así como la valorización del patrimonio cultural de estas plantas. Los talleres teóricos versaron sobre: “Introducción a la Etnobotánica”, “Usos Ancestrales de las especies del vivero”, “Identificación de plantas endémicas” y el taller teórico-práctico sobre “Conservación y transformación del ecosistema”.
Además, se efectuaron actividades en terreno para explorar e identificar las especies en las quebradas y cerros alrededor de la localidad rural. Asimismo, se desarrolló un herbario etnobotánico como también se enseñaron técnicas para sembrar semillas y de prácticas del buen cuidado de las plántulas o plantas mayores.
Aporte de escuela con sello ambiental
SegúnTamara Vilches Coordinadora del proyecto Vivero de Conservación y etnobotánica de Quilitapia y ex alumna de la Escuela Pedro de Valdivia explicó que esta iniciativa nació en Australia y ella lo adaptó a la realidad chilena, donde están participando alrededor de 100 niños de 4 a 12 años. En este sentido -agregó la coordinadora- “hay varias ideas de continuar el proyecto para hacer al Cerro Pangata un espacio de conservación y de reforestación, dado que las tierras de la comunidad están degradadas y se están invirtiendo recursos para la restauración de los suelos. Lo segundo es seguir asociado a algunos laboratorios con los que he trabajado como la endomorfologia que es el estudio de la edad de los árboles. Nuestro pueblo tiene un origen de 1.600 años, desde los incas, sería interesante saber qué edad tienen estos árboles.”
Una especial valoración al proyecto le otorgó el director del establecimiento educacional, profesor René Carvajal, quien manifestó “tenemos una serie de actividades ambientales como la reutilización de aguas grises donde se recicla el agua de los lavamanos del baño de los varones y también tenemos caminatas saludables, usamos composteras de una empresa de reciclaje, estamos trabajando constantemente en actividades del cuidado del medio ambiente. Como escuela promovemos el buen uso y el cuidado del agua, ya que es lo que no tenemos en este momento y no contamos con agua continua en nuestra localidad.”