Ordenamiento Territorial y EAE, como medidas para el control del impacto del ruido ambiental

La ciudad es una forma de asentamiento humano que ha generado los mayores beneficios sociales y económicos a la humanidad, dada su eficiencia y optimización en la ocupación del territorio. Sin embargo, es evidente que no en todos los lugares de una ciudad ni en todas las ciudades la población dispone de espacios urbanos que contribuyan a una calidad de vida aceptable y saludable.

Precisamente son las ciudades donde más ruido ambiental se genera, siendo uno de los contaminantes responsables de numerosos efectos negativos y dañinos para la salud y bienestar de las personas. En la ciudad, se expresa un sinnúmero y variedad de fuentes de ruido, siendo la más común el tránsito vehicular, la que genera sobre el 70% de los niveles de ruido presentes en ella. A lo anterior, se le pueden atribuir principalmente dos causas, la demanda de viajes que existe, que tiene que ver en cómo se organiza ésta, y el tipo de transporte que responde a dicha demanda de viajes.

Otras fuentes de ruido presentes en las ciudades corresponden al tránsito aéreo y ferroviario, y a las fuentes fijas de ruido que se encuentran distribuidas por todo el territorio, compuestas por actividades industriales, comerciales y ocio. Finalmente, a nivel local se reconocen las conductas ruidosas como una fuente de alto impacto por su cantidad y variabilidad, sobre todo en periodos de descanso.

La exposición de la población a niveles de ruido dependerá, entre otras variables, de la ubicación y distancia entre fuentes y receptores. Así pueden producirse graves exposiciones a ruido ambiental cuando se densifica el territorio aledaño, por ejemplo, en torno a infraestructura de transporte. También se manifiesta en la convivencia dada entre zonas urbanas aledañas que permiten usos de suelos residenciales y otras industriales.

De la experiencia internacional, se evidencia que la exposición de la población al contaminante ruido no se resuelve únicamente con el control de la emisión del ruido generado por las múltiples fuentes que existen, sino también, con un adecuado ordenamiento del territorio respecto a la ubicación y relación entre fuentes emisoras de ruido y receptores. En este contexto, se identifica a la planificación territorial como una medida estructural para el control del impacto del ruido ambiental sobre la población.

Hoy, en nuestro país, el contaminante ruido se combate desde una Estrategia para la Gestión del Control del Ruido Ambiental definida por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA, 2010). Dicha estrategia establece la elaboración de regulaciones, generación de información y coordinación intersectorial, entre otras líneas de trabajo.

Con especial énfasis, desde este año 2020 la gestión del control del ruido ambiental se ha enfocado en incluir al ruido como variable de evaluación y diseño en los Instrumentos de Planificación Territorial (IPT) del país. En lo concreto, se ha iniciado un trabajo específico con la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE). Es a través de este instrumento en el que se evidencia la posibilidad concreta de gestionar el uso del territorio, minimizando los impactos que genera la exposición del ruido sobre la población.

Para abordar cualquier proceso de planificación territorial incluyendo la variable ruido ambiental, primero se debe contar con diagnósticos que permitan identificar las fuentes de ruido más significativas en la zona de estudio y el impacto que estas generan sobre el territorio y sobre la población actual y proyectada.

En este contexto el MMA desarrolla mapas de ruido de ciudades y carreteras. Un mapa de ruido, es una herramienta que permite visualizar los niveles de ruido en el territorio y conocer los sectores más afectados por este contaminante, con lo cual se pueden generar diagnósticos generales sobre, por ejemplo, cantidad de población expuesta a altos niveles de ruido y además simular medidas de control para proyectar la atenuación de este contaminante. También, permite identificar aquellos lugares con bajos niveles de ruido y que deben ser protegidos.

A la fecha se han desarrollado los mapas de ruido del Gran Santiago Urbano (35 comunas), de las comunas de Coquimbo, La Serena, Coronel, Temuco, Padre Las Casas y Valdivia. Destaca también el mapa de ruido elaborado para el tramo concesionado completo de la Ruta 5, la principal carretera de nuestro país, en el que se modelaron los niveles de ruido generados por el tránsito vehicular que circula por esta vía de 2150 km de longitud y que afecta a unas 155.000 personas expuestas a niveles de ruido inaceptables en periodo nocturno.

En la siguiente figura, la zona roja identifica niveles de ruido inaceptables para el periodo nocturno, en sectores de la comuna de Buin, en la región Metropolitana. Mientras al oriente de la ruta se identifica el impacto consumado sobre sectores residenciales, al poniente se muestra un área afectada por altos niveles de ruido y potencialmente generadora de importantes efectos adversos a la salud, lo cual debiese ser adecuadamente considerado al momento de establecer nuevos usos de suelo en dichos sector. Por situaciones como esta, uno de los principales resultados obtenidos del mapa de ruido de la Ruta 5 es la recomendación de restringir el uso residencial o de equipamiento educacional o salud a menos de 150 m. de la ruta.

A partir de los diagnósticos generados por los mapas de ruido, se ha fortalecido el trabajo conjunto entre el Departamento Ruido, Lumínica y Olores y la Oficina de Evaluación  Ambiental del MMA. Este trabajo ha significado proponer criterios básicos de control y mitigación del ruido ambiental, los que deben incluirse, en la práctica, en el desarrollo de un IPT. Los principales criterios que se impulsan a través de la EAE, para mitigar la exposición al ruido desde la planificación territorial en las zonas urbanas, son los siguientes:

  • Restringir usos de suelo sensibles al ruido como residencial, equipamiento de educación, salud y otros en zonas con altos niveles de ruido.
  • Definir zonas urbanas con usos de suelo compatibles, promoviendo que no convivan aledañamente sectores residenciales con actividades de esparcimiento de ocio nocturno (pub, discotecas) o actividades productivas (talleres, industrias, etc.).
  • Definir zonas urbanas de transición entre zonas industriales y zonas residenciales para disminuir la fricción urbana.
  • Impulsar zonas de bajos niveles de ruido, con la transformación de vías de tránsito vehicular a paseos peatonales y uso exclusivo de bicicletas.
  • Limitar el exceso de densificación en sectores con altos niveles de ruido.
  • Optar por la ocupación del territorio en zonas con altos niveles de ruido con usos de suelo menos sensibles a este contaminante, tales como, actividades productivas, infraestructura y cierto tipo de equipamiento.

Paralelamente, también se han comenzado a realizar capacitaciones a los encargados de EAE de las Secretearías Regionales Ministeriales del Medio Ambiente, vinculadas a la relación entre ruido y ciudad, propiciando la coordinación y creación de capacidades técnicas para advertir y gestionar oportunamente sobre este problema ambiental.

Sin duda este será un trabajo continuo y permanente, colaborando con los Órganos Responsables en la planificación de un territorio con mejores estándares de calidad de vida, en el que se asegure la inclusión del componente ruido desde una perspectiva estratégica. Una verdadera planificación urbana sustentable permitirá que la vida de las personas no se transforme en una resignación a vivir expuestas al contaminante ruido ambiental.

Victor Hugo Lobos/Igor Valdebenito
Departamento de Ruido, Lumínica y Olores
División de Calidad del Aire
Subsecretaria del Medio Ambiente

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