Linaje ancestral de perro salvaje da pistas sobre origen de la civilización

Ninguna relación entre especies es tan particular como la que comparten humanos y canes. La colaboración se remonta desde antes del origen de la agricultura, hace alrededor de 10 mil años, y el perro salvaje de las Tierras Altas de Nueva Guinea, recientemente redescubierto en ese país, es la mejor oportunidad de estudiar los comienzos de esta amistad que persiste hasta la actualidad.

Según James K. McIntyre, director y creador de la recién constituida Fundación del Perro Salvaje de las Tierras Altas de Nueva Guinea, estos animales «tienen comportamientos únicos y cualidades físicas que no encontramos en ningún otro cánido».

Este linaje es una versión salvaje y más robusta del cantor de Nueva Guinea, el cual desciende de los pocos perros de las tierras altas que fueron capturados antes de su desaparición, cuya actitud doméstica es más similar a la de los gatos que a la de los canes domésticos, mientras que los salvajes son totalmente desconfiados de los humanos.

Ambos comparten características físicas como el color de su pelaje (que puede variar entre crema, bermejo, negro, ruano y blanco con distintos patrones), sus orejas puntiagudas y la cola en forma de gancho. Se sospecha que mantienen también el mismo aullido agudo y coral que le da el nombre a sus contrapartes domésticas.

Diversidad racial

Tras 6 mil años aislados en Nueva Guinea, se temía que estuvieran extintos desde los años 60, debido a que los nativos los cazaban para ganar estatus.

Por lo tanto, agrega McIntyre, «son más antiguos que los primeros perros criados por humanos. Al estudiar su ADN podremos desentrañar no solo cuándo, dónde y cómo los cánidos se volvieron domésticos, sino también cómo coevolucionaron junto al hombre, influenciándose mutuamente».

Por eso fue una buena noticia cuando, a principios de marzo y tras una serie de avisos de residentes locales y fotografías sospechosas, se confirmó, a 12 kilómetros de los asentamientos humanos más cercanos y a más de 3.700 metros sobre el nivel del mar, la presencia de 15 perros salvajes de este antiguo linaje en su hábitat natural.

Como se explica en el sitio de la fundación, esto se logró luego de una serie de excursiones realizadas en septiembre pasado a través de las montañas de un sector protegido por la empresa de minería PT Freeport Indonesia. Ahí se encontraron huellas, heces, restos de presas devoradas, guaridas y un camino usado por los perros para viajar. En el sitio se pusieron cebos para atraerlos y cámaras que lograron tomarles más de 140 fotografías.

«Es un fósil viviente», afirma Elie Poulin, investigador titular del Instituto de Ecología y Biodiversidad de Chile. «Permitirá reconstruir la historia temprana del asentamiento humano y tratar de entender el proceso de la domesticación».

Además, explica Poulin, «servirá para entender cómo, a partir de una sola especie y a través de la selección humana, se pudo generar la diversidad racial que vemos en los perros de la actualidad».

Publicado en El Mercurio.

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